Getaria, a veinticinco kilómetros de San Sebastián, es uno de los pueblos más bonitos de Guipuzcua, ciudad natal de Cristóbal Balenciaga. Allí se encuentra el Museo Cristóbal Balenciaga, inaugurado en 2011, uno de los lugares más elegantes de esta pintoresca villa de pescadores. Un edificio de nueva construcción anexo a la antigua residencia de los marqueses de Casa Torre, el Palacio de Aldamar. Tradición y modernidad se complementan en una colina que corona topográficamente Getaria.
Getaria, San Sebastián, España.
Balenciaga, enaltecedor del cuerpo femenino
Al igual que Picasso o Velázquez, Balenciaga es el representante del diseño español en el mundo. Situado en la liga más alta de la moda internacional sus creaciones influyeron en otros ámbitos. Es el padre del minimalismo. En este museo podemos contemplar actualmente la exposición Balenciaga. Carácter, hasta el 19 de enero del 2025, para explorar una nueva perspectiva de la obra del modista, que nos desvela “un Balenciaga”: las formas escultóricas que se abstraen del cuerpo, la intención del diseño enfocada en el talle, los hombros o la espalda, junto a los interiores sorprendentes que combinan oficio e ingenio. Comisariada por Igor Uria, director de Colecciones del Museo Cristóbal Balenciaga, esta muestra exhibe 90 piezas repartidas en cuatro salas en las que apreciar siluetas, volúmenes, tejidos y bordados, y descubrir ese mundo interior, muchas veces oculto, que el corte, la técnica y los acabados de alta costura hacen posible. Balenciaga es una de las casas de alta costura más influyentes del siglo XX.
Balenciaga, con sus vestidos, lograba hacer desaparecer las imperfecciones del cuerpo de la mujer.
Chillida y Balenciaga: trabajar la materia desde el respeto
Chillida/Balenciaga. Plegar la forma, es otra de las exposiciones (22 de marzo-5 de enero 2025). Eduardo Chillida (San Sebastián,1924 – San Sebastián, 2002) y Cristóbal Balenciaga (Getaria,1895 – Valencia, 1972) comparten un sustrato filosófico común: son hijos de la pregunta y de la experimentación. Unidos por la búsqueda de la belleza y de la armonía, trabajan la materia desde el respeto, escuchando el latir propio de los materiales, colaboradores fieles y exigentes tanto del escultor como del modisto. Balenciaga se le denominó “el escultor de la forma” y “aquitecto de la moda”, porque creaba formas poco esperadas con el espíritu de enaltecer el cuerpo de la mujer, disimulando los defectos. Ambos rean por eliminación, planteando un juego de vacío-lleno y buscando siempre nuevos límites. Plegar la forma les permite penetrar en el espacio interior que generan en sus creaciones, en las que la proporción y la poesía son imprescindibles. Esta exposición invita a explorar y a percibir, mediante la “luz oscura del Atlántico”, los lugares comunes del escultor del aire y del modisto del espacio.
El perfume, accesorio invisible
La otra exposición, que se podrá ver hasta el 8 de diciembre de este año es El perfume en el tiempo de balenciaga. Invisible, etéreo, sutil pero memorable, el perfume es el epítome del lujo. Si la combinación de los aromas es la esencia, los frascos joya, las cajas y expositores, las imágenes publicitarias y la poesía de los nombres son los elementos que dan corporeidad y posicionan los perfumes como objeto de deseo.
Las creaciones que salieron de los talleres de Balenciaga son hoy día piezas de museo.
Abarcando una cronología que coincide con la vida de Balenciaga (1895-1972), esta exposición propone una historia del perfume moderno, que incluye las fragancias que pudieron marcan la infancia del modisto, sus propias creaciones olfativas como el icónico Le Dix de 1947, y los perfumes de sus últimos años. En este recorrido temporal destaca el papel de las casas especializadas que, tanto en Francia como en España, fueron pioneras y marcaron la evolución de esta industria, y, también, la aportación realizada desde principios del siglo XX por las y los diseñadores perfumistas que consideraron el perfume como “el accesorio invisible y definitivo de la moda”. La exposición reúne una selección de las amplias colecciones de Anne de Thoisy-Dallem y Juanjo Ruiz Crivillé, junto con referencias del Museo Cristóbal Balenciaga y perfumería Benegas de San Sebastián, además de la reedición de fragancias históricas aportadas por la Osmothèque de Versalles.
Visitar un museo de moda es siempre una ocasión para huír de la vulgaridad
Balenciaga es decir conocimiento técnico y dominio del tejido al servicio de una revolucionaria concepción de la elegancia femenina en la que priman la comodidad y la simplicidad. Balenciaga se retiró en 1968 del muno de la moda. La alta costura parisina entraba en crisis, emergía una clase media que quería vestir a la moda con otros precios. En un mundo donde impera la vulgaridad, los ojos del visitante pueden recrearse en vestidos armoniosos (Baloom, Pavo real, la línea túnica, la línea saco, baby doll…) que le recuerden qué es la elegancia con mayúsculas. La manera de vivir que permite la existencia de la alta costura no existe ya: la alta costura es un lujo que resulta imposible en nuestra época, diría el estilista vasco. Unos vestidos que engalanaron fiestas, ceremonias o bodas y que ahora son piezas únicas, de museo. Coco Chanel, poco dada a los elogios, dijo de él que era un un coutier, (en el verdadero sentido de la palabra, pues te hacía un traje de principio a fin). Para Chanel era “el unico de nosotros que es un verdadero modisto”. Con esta frase de mademoiselle Chanel quisiera invitar a los lectores de Agenda Viaggi a visitar Getaria y el museo dedicado a rey de la moda, como fue definido . Era tanta la técnica que poseía al final de su carrera profesional que generó patrones que buscaban reducir costuras, llegando a un nivel de depuración absoluto. Para él la elegancia quería decir eliminación.
El museo Cristóbal Balenciaga. Un edificio que armoniza perfectamente la innovación y la tradición.
INFO
Museo Cristóbal Balenciaga . Aldamar Parkea, 6 . 20808 GUIPUZCUA
info@cristobalbalenciagamuseoa.com
www.cristobalbalenciagamuseoa.com
Photo courtesy of Museo Cristóbal Balenciaga