
SOVENIRS DEL SIGLO XVIII: LOS BARROS MALAGUEÑOS

HUBO UN TIEMPO PARA LOS VIAJEROS. PARA DESCUBRIR OTROS MUNDOS: ERAN LOS ROMÁNTICOS. ANDALUCÍA FUE UNO DE LOS DESTINOS PREDILECTOS POR LOS EXTRANJEROS POR COSTUMBRISTA Y PINTORESCA. LOS BARROS MALAGUEÑOS ERAN LOS SOUVENIRS QUE PORTABAN DE VUELTA A CASA COMO RECUERDO. HOY DÍA SON OBJETOS DE COLECCIÓN.
Myriam Lafuente Soler, giornalista spagnola (di Alicante), collabora per Agenda Viaggi scrivendo in spagnolo e inglese. Ci racconterà con i suoi articoli, le sue emozioni e i suoi punti vista. Una scelta inedita, che aggiunge un tocco internazionale al nostro magazine online.

Milan, Italy.
Tras la guerra de la Independencia (1808-1814), en la que España obtuvo una victoria sobre el ejército de Napoleón, se experimentó entonces una invasión de viajeros extranjeros que se prolongó por todo el siglo XIX. España, tras la victoria contra los franceses, se convirtió en un país de valerosos, capaz de resistir la acometidas del que habia sido hasta ese momento, el ejercito más poderosos del momento. Todo encajaba a la perfección con el ideal romántico. España se convierte en destino de viajeros, descubridores de otros mundos.
Se le atribuyeron a España características propias del lejano oriente y, literatos, artístas y pensadores, se sintieron atraídos por esta fascinación que provenía de atribuir al país unas características misteriosos que bien daban las huellas de un pasado árabe y sus imponentes edificios. “Polvo y cenizas…habitantes de las tumbas. Fantasmas del recuerdo. No hay nadie en el mundo que atienda mejor que la pobretería en España el arte de no hacer nada y de vivir de nada: el clima del país contribuye con la mitad, el temperamento de las gentes aporta la ota mitad”. Son palabras de Washintong Irving en Cuentos de la Alhambra. Este sería el ejemplo más representativo de viajero romántico que relata sus apasionantes viviencias viajeras.
Representación de un tipo popular, el torero A través de estas figuras se muestran indumentarias de personajes populares Barros malagueños del taller de los Cubero
Considerada, pues, España. un enclave exótico con un modo de vida medieval, que atraía a aburridos burgueses de otros países europeos como Inglaterra, Francia o Alemania. Unos extranjeros ansiosos de aventuras, pues era un país no exento de riesgos, sorpresas, y paisajes agrestes. Es, pues, el mito de la España romántica donde te podían ocurrir un sinfín de aventuras y encontrarte con una galería de tipos característicos como una misteriosa y sensual gitana o un terrible bandolero.
“Con tal disposición y determinación, qué país es este para el viajero, donde la más mísera posada está tan llena de aventuras como un castillo encantado y cada comida es en sí un logro. Que se quejen otros de la falta de buenos caminos y hoteles suntuosos y de todas las complicadas comodidades de un país culto y civilizado en la mansedumbre y el lugar común, pero a mí que me den el trepar por las ásperas montañas, el andar por ahí errante y las costumbres medio salvajes, pero francas y hopitalarias, que le dan un sabor tan exquisito a la querida, vieja y romántica España”. (Washintong Irving en Los cuentos de la Alhambra)

En el siglo XVIII la ciudad de Málaga vivió una época de explendor de tipo económico y social que quedó reflejado en las manifestaciones artísticas. A raíz de la Guerra de la Independencia los franceses e ingleses habían descubierto la ciudad cautivados pos sus posibilidades y su clima, así como el encanto de sus mujeres.
Los barros malagueños son figurillas pequeñas modeladas y cocidas al horno, con carácter seriado y de formato reducida. Son figurillas de tema de corte costumbrista con una policromía a pincel que gusta del detalle. Es precisamente en en la fase última, la de la policromía, donde se da a la figurilla el toque personal, detallístico y artístico. Las figurillas atestiguaban la visita al lugar, eran lo que sería ahora los souvenirs y reproducían tipos caracteríticos de Málaga como flamencos, manolas, toreros, curas, bandoleros. Se relataba con esas figurillas policromadas las viviencias en países exóticos al retorno del viaje en tierras lejanas y exóticas. Llegaron a ser objetos de colección.

Trini García Herrera fue directora del Museo Unicaja de Artes y Costumbres Populares donde se encuentra una colección importante de barros. Ella cuenta para Agenda Viaggi que estas terracotas eran poco conocidas hasta que Peter Winckworth que vivía en Londres, en los años 70 y, al cambiar de casa, quiso desembarazarse de la colección de barros malagueños que había creado desde 1957. El inglés llamó a la embajada española ofreciendo sus 83 piezas y después de algunas peripecias acabaron en el Museo Unicaja de Artes Populares de Málaga. El deseo íntimo del inglés era que acabaran en Málaga así como el de visitar el museo con las que fueron sus figurillas de barro de su preciosa colección, con la desgracia de que murió días antes de su inauguración.
Las figurillas proceden de los talleres de dos familias malagueñas: los Gutierrez de León (cuyo taller estaba ubicado en la calle Santa Lucia) y la familia Cubero (en el Pasaje de Heredia).

La delgada línea entre los artístico y los artesanal ha estado muy presente en esta tipología, de ahí que muchas veces haya sido la gran olvidada de las manifestaciones artísticas malagueñas. Estas figurillas son artesanía, tenían fines decorativos y no se realizaron con la intención de ser obras de arte. En el museo malagueño encontramos estas figurillas como artesanía, eso no quiere decir que se expongan necesariamente como obras de arte, aunque algunas son tan fabulosas en su belleza y originalidad que las vemos como tales. En el Museo Unicaja de Artes y Costumbres Populares haremos un recorrido por la historia de Málaga. Está situado en una antigua posada del siglo XVII y se podrá conocer recorriendo sus salas el mundo rural, el folklore o la religión popular, siendo la sala de los barros la sala estrella del museo.
Info:
www.museoartespopulares.com
www. malagaturismo,com
museoartespopulares@fundacionunicaja.com