“Cuando coloco la cámara ante esos espacios maravillosos que pueblan el planeta, la sensación que me recorre es que quiero llevar ese pedacito de mundo que estoy contemplando a las personas que no pueden estar ahí. La fotografía hace posible la magia de conectar el alma de lo que estás viendo con el espíritu de quien lo va a ver”. Entrevista a Mar Marcos (Madrid, 1969), Profesora Titular en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.
Milan, Italia.
La fotografía es un arte que interpreta la realidad y la transforma en imágenes, ¿Cuál sería la motivación de tomar fotografías cuando viaja?
En uno de mis viajes a Sudáfrica pude cruzar al Parque nacional Kruger, mi única intención era poder acercar a mi hijo, que entonces tenía 3 ó 4 años, las sensaciones que me recorrían: los bellísimos animales, el olor de la tierra seca, la luz anaranjada… Pensaba en él, mientras mi cámara disparaba apresando la imagen de cebras, jirafas y elefantes. A mi regreso a casa, las veía una y otra vez…
Años después, una jugada maestra del destino me llevó a la Antártida. Y ahí pensé: “Dios, soy tremendamente afortunada. Tengo que acercar este insólito paisaje y sus habitantes a la gente que me rodea”. Pingüinos y focas posaban ante mi cámara con sus mejores gestos y su mejor pelaje, como vestidos de domingo. Mi hijo con orgullo enseñaba las fotos a sus amigos, era hermosísimo ver sus caras de admiración, las vivían como si estuvieran al lado de esos pingüinos y esas focas.

Mar Marcos, la fotografía la transporta a vivir momentos mágicos.
¿La fotografía inmoratiliza destinos en el sentido de que nos llevan al pasado, nos hacen revivir viajes, onos sugieren los latidos del corazón que sentimos en aquel momento?
Creo que la fotografía hace posible estos momentos mágicos. Nunca volveré a la Antártida, posiblemente, tampoco al Kruger, pero tengo esas fotografías y, cuando las veo, rememoro las sensaciones y los sentimientos que me atravesaron cuando las estaba tomando.
¿Cuáles son los fotografos que le inspiran?
Me fascinan: Dorothea Lange, Elliot Erwitt, Weegee y Salgado, de los internacionales. De los españoles, me quedo con Crisitina García Rodero.

Pingüinos y focas posaban ante su cámara con sus mejores gestos y su mejor pelaje
En Milán en estos momentos hay una exposicion dedicada a Dorothea Lange (“La cámara fotográfica es un instrumento que enseña a la gente a sentir cómo ver sin una cámara fotográfica)”, Fue una influyente fotoperiodista, conocida por su obra la Gran Depresión para la Administración de Seguridad Agraria. Murió en 1965. Salgado, al que también menciona como artista inspirador, nos dejó hace pocos días. Sus fotografías tienen un estilo muy personal: crudo, emotivo y profundo. ¿Con su desaparición, nos ha dejado una leyenda de la fotografía?.
Podría decirse que los temas que interesan a Salgado tienen que ver, efectivamente, con las desigualdades a través del retrato de la pobreza, el trabajo manual o las migraciones…, pero yo iría más allá: sus fotografías no sólo muestran los desequilibrios sociales, económicos o políticos. Al fotografiar esos extraordinarios paisajes amazónicos, su mirada alerta de que, tras esas enormes extensiones de belleza natural, existe un mundo de identidades diversas y desiguales que nos permiten repensar nuestra propia identidad, la de cada uno de nosotros. Sus fotografías no pretenden exclusivamente la vindicación de las condiciones sociales del sujeto, sino la expresión de la diversidad humana, son el retrato de la otredad.
Y ciertamente ese retrato se hace a través de unas imágenes profundamente bellas. Se ha dicho que Salgado hacía estética con la miseria, sin embargo, él decía que fotografiaba su mundo y él mismo era “una persona del Tercer Mundo”. Quizá la conexión entre su mundo y su fotografía de contraluces tenga su manifestación más precisa en el uso del blanco y negro al que recurrió como reminiscencia de su tierra natal donde vislumbró por vez primera, un mundo rico en luces y sombras, sin distracciones cromáticas.

Creo que la fotografía hace posible estos momentos mágicos. Nunca volveré a la Antártida, posiblemente, tampoco al Kruger, pero tengo esas fotografías y, cuando las veo, rememoro las sensaciones y los sentimientos que me atravesaron cuando las estaba tomando.
El fotógrafo brasileño pensaba que vivíamos en un planeta maravilloso, y que le había capturado todo del mismo: su belleza y su violencia, ¿Salgado con su fotos invitaba a reflexionar?
Documenta lo que sobreviva antes de que desaparezca y, de este modo manifiesta su compromiso con el planeta y con el ser humano. Lo que le llevó años después de su primer viaje a la Amazonia no fue la deforestación, ni los incendios, ni la contaminación, sino trasladar al observador la belleza de esa vasta región, esa “última frontera” donde la naturaleza se puede sentir como en ningún otro lugar. Es el paso del documentalismo al ambientalismo, del retrato al paisaje. Es su manera de rendir homenaje al afán de los pueblos indígenas por mantener su cultura, pero también el modo de hacernos reflexionar sobre la amenaza permanente que, desde el exterior, planea sobre esta zona rica en recursos y biodiversidad.

“Cuando coloco la cámara ante esos espacios maravillosos que pueblan el planeta, la sensación que me recorre es que quiero llevar ese pedacito de mundo que estoy contemplando a las personas que no pueden estar ahí” (Mar Marcos).
¿Qué ha aportado Salgado a la comunicación de nuestro tiempo?
Si nos paramos a geolocalizar los reportajes y proyectos de Salgado, comprobaremos que son pocos los países donde no ha trabajado. A través de sus fotografías el observador conecta simbólicamente con el mundo, un mundo al que nunca tendrá acceso. Sus fotografías no son fáciles de digerir situándonos en el dilema ético que el autor sufrió a la hora de hacerlas: ¿cuántas veces tiré al suelo la cámara para llorar por lo que veía? Si bien el legado de Salgado no creo que sea reivindicativo, sí creo que ha sido reivindicador, quitando la venda de nuestros ojos frente a los desastres que nosotros mismos hemos provocado.
Creo que la aportación de Salgado al mundo de la fotografía pasa por provocar en el observador el diálogo con la propia imagen y el referente al que alude, de traspasar la anécdota de la instantánea para preguntarse por la situación que la desencadena, por cuestionarse, en definitiva, por el conjunto de significados que se encierran en sus encuadres. Ahora bien, en su justa medida. Su capacidad como fotógrafo es incuestionable, su elección del blanco y negro del todo irreprochable… y aún a riesgo de caer en un homenaje fácil sobre su trabajo, las fotografías de Salgado van mucho más allá de la maestría técnica. Del observador depende descubrir su polisemia y las vetas que, a modo de capas, encierran significados invisibles.

Mar Marcos en el continente africano fotografiào las sensaciones que le recorrían: los bellísimos animales, el olor de la tierra seca, la luz anaranjada…
“Para tener sentido la fotografía necesita compromiso”, dijo Salgado en una entrevista. ¿Podría explicar esta idea?
La fotografía de Salgado es una fotografía doblemente comprometida, en primer lugar, desde su propia ejecución, y después, desde la reflexión que provoca su lectura e interpretación: compromiso político, con sus orígenes, con las gentes que habitan sus imágenes…, compromiso con el mundo, sobre el que reflexiona en cada una de las capas en las que pueden diseccionarse sus imágenes. Detrás de cada fotografía hay, lo que podríamos llamar, un compromiso con lo “intangible” que está más allá de lo que se ve y que actúa sobre el observador como un “punctum” barthiano, atravesando su emoción y provocando la reacción profunda. Si observamos sus imágenes de los mineros de Sierra Pelada podemos escuchar el sonido de ese enorme hormiguero, el olor de la tierra mojada, de los cuerpos embarrados y, en esa disección que mencionaba, lo que no podemos ver: la rutina de esos hombres que, encaramados a la tierra, sueña con la veta de oro que les hará libres.
Por otro lado, Salgado no realiza una fotografía si el encuadre no esta naturalmente compuesto. Su mirada reposa y espera, hasta que la naturaleza le ofrece lo que busca y entonces es cuando encuadra, enfoca y dispara. Me gusta decir que Salgado escenifica la realidad de manera natural en tanto que no coloca los elementos en el encuadre, sino que deja que sean ellos mismos los que se acomoden. Una vez dispuestos naturalmente, recoge la instantánea del momento que ha estado esperando. Eso sí que es compromiso: dejar que la naturaleza hable por sí misma y saber recoger ese diálogo en una imagen.

“La fotografía hace posible la magia de conectar el alma de lo que estás viendo con el espíritu de quien lo va a ver” (Mar Marcos).
“He vivido mucho, y visto muchas cosas” (Salgado). ¿Cuáles serían los proyectos más significativos del fotorreportero brasileño?
Sus proyectos son fruto de una preparación exquisita y un trabajo metódico, así como la selección de las fotografías, gracias al ojo certero de su esposa Lélia Wanick, hasta dar cuerpo a sus monumentales propuestas. Desde sus primeras fotografías en África hasta las tomadas en el Amazonas, Salgado cartografía la condición humana con fotografías llenas de vida atravesadas por todo tipo de emociones. Creo que su trabajo no puede compartimentarse, en el sentido de que cada proyecto encuentra su lectura apoyado en el anterior y en el siguiente, solo así podemos hacer una lectura correcta: los trabajadores, las poblaciones desplazadas, los refugiados, los campesinos, los indígenas… su trabajo es el retrato de la lucha del ser humano por la dignidad. Por esta razón las imágenes de Salgado sobreviven al paso del tiempo porque no sólo retratan personas, sino que recogen el patrimonio inmaterial de lo intangible.
Photo Mar Marcos




