VIAJERO, LE MUEVE LA CURIOSIDAD DE CONOCER EL MUNDO CON LOS OJOS BIEN ABIERTOS. DESTINO LA INDIA: “UN PAÍS DURO CON GENTE QUE SUFRE, PERO CON MUCHA HUMANIDAD EN CUALQUIER CASTA”. LA EXPOSICIÓN RECOGE IMÁGENES DE LOS TRES VIAJES QUE REALIZÓ AL VALLE DEL GANGES, DESDE CALCUTA, EN LAS PROXIMIDADES DE LA DESEMBOCADURA, HASTA EL GANGOTRI, EL GLACIAR DONDE BROTAN LAS FUENTES DEL HIMALAYA.
Myriam Lafuente Soler, giornalista spagnola (di Alicante), collabora per Agenda Viaggi scrivendo in spagnolo e inglese. Ci racconterà con i suoi articoli, le sue emozioni e i suoi punti vista. Una scelta inedita, che aggiunge un tocco internazionale al nostro magazine online.
Milan, Italy.
Explíquenos esta frase que, desde mi punto de vista, recoge la esencia de la exposición fotográfica: “Comencé como un viajero y terminé siendo un yatri, un peregrino solitario”.
EL yatri en lengua hindi es un peregrino. Es la traducción literal. Comienzas siendo viajero, pero como tienes que asumir muchas pautas de conducta en los lugares por los que vas y dejas de ser un viajero convencional. Por ejemplo: realizar ofrendas en los templos para ser aceptado, seguir una dieta estrictamente vegetariana en los lugares de peregrinación del Himalaya. El ambiente en el que vives termina en cierto modo por integrarte en él, respetando y aceptando sus costumbres. La ventaja de viajar en solitario es que si muestras respeto, dentro de que allí eres y te ven como extraño, te aceptan mucho mejor. En el Himalaya no hay más opciones, pues los alojamientos son básicos, espartanos y la comodidad también. No se puede esperar un patrón de confortabilidad occidental porque no existe. He de subrayar que es imposible ser un yatri en el sentido de ellos porque el hinduísmo es complejísimo, pero asumes ciertas pautas una vez te ves atrapado por la gente y los lugares que visitas. Desde Calcuta hasta el Himalaya me pasó de todo, y cuando llegué arriba pensé en lo mucho que me faltaba por recorrer y me planteé si valía la pena. Y seguí. Bajé con un proyecto y numerosas dudas, que culminaron con la ilusión de poder compartir mis viajes. Comencé como un viajero y terminé siendo un peregrino (yatri).
El río Ganges es un río sagrado para los hinduístas, millones de fieles se bañan en él para purificarse, al mismo tiempo que, su alta contaminación, es una amenaza. La India y sus miles de contrastes…
Dentro de las numerosas peregrinaciones que existen en el hinduísmo, una de ellas es la del río Ganges, cubrir todo el trayecto desde las fuentes hasta la desembocadura. El río Ganges es un río de contrastes, como tantas cosas en India. En un mismo lugar la gente hace sus baños rituales o abluciones, realiza sus ofrendas y lavan la ropa. No es extraño que esto ocurra a pocos kilómetros donde una fábrica vierte sus residuos o se deshechan los de una ciudad sin ningún tipo de control.
Una de las cosas más sorprendentes de India es el contraste entre riqueza y pobreza. Ciudades donde miles de personas viven en la calle se ven transitadas por coches de alta gama. Hay centros comerciales y locales lujosos junto a gentes que viven de la mendicidad bajo los puentes de las autopistas. Centenares de miles de personas sin hogar y millones de ricos.
Un mantra indio dice “Los objetos externos son incapaces de dar plena felicidad al corazón del hombre”. La India desborda espiritualidad, algo que en europa hemos perdido hace mucho tiempo. Muchos turístas que van a la India simplemente a disfrutar de un viaje placentero vuelvan a sus países de orígen muy impresionados por lo que han visto allí, tal vez sin estar preparados.
En europa vivimos en un contexto consumista y de adoración al dinero y al éxito, y donde muchos valores morales se han atenuado. La espiritualidad se vive allí de diferente manera. El rito está siempre presente: en el templo, en la casa o en la calle. No es raro ver a gentes haciendo ofrendas en pequeños altares domésticos llamados mandir o en representaciones de deidades callejeras. En occidente vivimos la espiritualidad de un modo más íntimo, mientras que en India, además de íntimamente, se vive en la calle palpablemente. Los festivales religiosos son muchas veces despliegues de ruido, música y colores. Los ritos son muy importantes y se vive con mucha intensidad. Se podría decir que el consumismo no ha llegado de forma tan brutal. Los sadhus son, normalmente hombres, que inician un camino de renuncia de todo bien material. Muchas veces viven solamente de la caridad. En ocasiones, viven el lugares apartados del Himalaya y subsisten con lo más mínimo, y si viven en grandes ciudades sobreviven gracias a la caridad que los demás les ofrecen.
Las vacas son sagradas en la India y persiste el sistema de castas. Es ying y es yang, hay aguas sagradas y charcas de paludísmo, devoción por animales y sistema de castas, saris coloridos y ropas miserables.
India es una rudea de sensaciones: te enamora y decepciona mil veces en un mismo día… La vaca es un animal sagrado; ese es uno de los tópicos más conocidos de India. En general, los animales son respetados y muchas veces venerados: no solo las vacas. Por otro lado, tenemos el sistema de castas, que es muy complejo y no demasiado fácil de entender a nuestros ojos. Normalmente va asociado a una profesión, aunque no siempre. Son grupos cerrados y hereditarios. Hay castas de unos pocos centenares de personas y otras con decenas de miles. El sistema de castas está aceptado socialmente en la sociedad hinduísta, aunque los distintos gobiernos han hecho labores importantes para, si no acabar con él, sí al menos flexibilizarlo. En principio, el sistema de castas solamente afecta a los hinduístas y no a los musulmanes, que son decenas de millones en India, ni a cristianos o budistas.
La mujer en la India en días de fiesta conserva una indumentaria que nos transporta a cuentos lejanos de las mil y una noche… saris colorados, joyas, maquillaje, piedras preciosas, velos de colores vivos, perfumes, muchas pulseras de oro en su muñeca. La mujer, mitad mujer y mitad sueño, escribió Rabindranath Tagore, poeta indio.
La mujer, tanto en India como en otros lugares del mundo, siempre muestra una apariencia más ligada a las raíces que los hombres. Al menos en lo que a vestimenta se refiere. En cualquier caso, sigue habiendo una fuerte discriminación hacia la mujer y muchos aspectos de la vida pública le están vedados. En la sociedad tradicional india el rol social es asumido por el hombre, la vida pública la desempeña él, aunque poco a poco muchas cosas van transformándose. La India urbana ha cambiado mucho.
Para usted viajar es la oportunidad de explorar las posibilidades artísticas que el país te ofrece. Es también pintor hiperrealísta, muchas veces de paisajes inspirados en sus viajes.
La India es una incitación continua a la creatividad. Paseando por la calle, ves escenas que invitan a coger la cámara o un lápiz de color. Son miles de elementos que se conectan y desvanecen en segundos. Todo un reto artístico, si tienes suerte puedes captar lo que quieres. Aunque la intuición desempeña un papel importante.
La cocina india se caracteriza por el gran uso que hace de las especias. Los indios comen con las manos (los primeros tres dedos de la mano derecha, la izquierda es impura y solamente puede usarse para coger el vaso). La comida sería divina y sería necesario disfrutar de ella con todos los sentidos.
India es color, olor y sabor. Es un país de especias: comino, clavo, cardamomo, canela. Las especias están siempre presentes en la cocina… y no solamente en la cocina. El olor a curry se mezcla en un callejón con el de los animales y la grasa de los vehículos. Así es India: siempre los contrastes. Comer con las manos es muy corriente en la India. Aprender a hacerlo bien es todo un arte; tienes que saber untar el pan como instrumento y tus propios dedos como cubiertos. Hay muchos tipos de pan: naan, roti, paratha. Lo primero que hago cuando llego a India es pedirme un thali, que es una combinación básica y deliciosa en cualquier lugar: en un buen restaurante o en una sencilla casa de huéspedes.
¿Aconsejarías viajar a la India? ¿Es para usted un destino como otro, o “hay algo más”?
Es un viaje que deja huella, la primera vez que fuí me marco negativamente, “Nunca volveré a la India“, pensé después de mi primer viaje y he ido cuatro veces más. Es un viaje que no sé si hay que estar preparado pero que duda cabe que hay que prepararse mentalmente y sensorialmente. Hay mucha gente que vuelve muy tocada, por el estrés de miles de personas cruzando una calle con un tráfico infernal, por los contrastes tan fuertes. Al ir a India hay que asumir que vas a un país con una mentalidad muy distinta a la tuya… y ahí no puedes intervenir, estás de paso como viajero. Muchas costumbres afincadas en la cultura hindú chocan al occidetal pero no se puede juzgar moralmente lo que se está viendo, puedes ayudar si eres un voluntario.
Un mantra dice: “En el camino de la vida podrás transitar por el sendero de la sabiduría. Si de él sales convencido de no saber nada, es que has aprendido mucho”.
De los libros que he leído sobre India quizá el de Eliade Mircea -gran conocedor del país- y que tiene precisamente ese título “La India”, es de los que más me han gustado. Apenas sé nada de este país que algunos, quedándose cortos, llaman continente, cuando en realidad es un universo. La India da para mucho. Podríamos no acabar nunca esta entrevista…